EFE- Núria Castán creció bajo el sol del Mediterráneo. Una pasión inexplicable por la nieve la convirtió en la única ‘snowboarder’ femenina española del Freeride World Tour (FWT). Marcha quinta del ranking general. Las mochilas antiavalanchas son vitales en su equipación. Tienen un coste de hasta 1.100 euros.

Con un sistema de airbag de globo integrado en el interior, tan solo hay que localizar un tirador o palanca en el asa de la mochila para activar el sistema inflable, que creará una ‘burbuja’ lo suficientemente grande como para ayudar a la deportista a subir a la superficie, y proteger «las cervicales, la espalda y la cabeza», detalló Castán en una entrevista a EFE.

El precio de la seguridad

Las mochilas de Núria oscilan entre los 500 y los 1.100 euros. En competición, suele usar las más pequeñas, de 15 litros, ya que pesan menos; mientras que para hacer ‘splitboard’, una modalidad del ‘snow’, prefiere llevar las de 30 litros. Cuanta más capacidad tengan, más caras son.

Pero es aún más complejo de lo que parece. Son dos los tipos de mochilas existentes: las de gas y las eléctricas.

Las primeras, predilectas de la rider catalana, son de uso único, requiriendo un cambio de cartucho, que ronda los 100 euros. Las eléctricas, sin embargo, con sistemas integrados más modernos, se pueden utilizar hasta tres veces, y para ello basta con cargar la batería. Pese a ser prácticas, estas últimas trascienden los 1.100 euros.

«Pero es un precio que, por muy caro que sea, te puede salvar la vida», dijo la subcampeona del mundo del FWT 2024, mientras recordó uno de los episodios más traumáticos de su carrera.

12 minutos, una eternidad

 Verbier (Suiza), 4 de abril de 2023. Una fecha que la deportista natural de Reus (Tarragona) jamás olvidará.

«Fueron los minutos más largos de mi vida. Yo estaba boca abajo, lo que cuesta más. Estaba súper aplastada y era muy difícil respirar. Hacía respiraciones muy cortas porque no podía abrir el tórax, y creo que de la hiperventilación me terminé desmayando, aunque creo que fue para bien porque cuando estás enterrado, lo único que puedes hacer es estar calmado, y cuesta mucho», recordó la deportista.

Las estadísticas apuntan a que, pasados los 15 minutos, la probabilidad de encontrar con vida a una persona atrapada bajo la nieve “es muy baja” dada la obstrucción de las vías respiratorias, recuerda Castán, rescatada por un grupo de riders que también se dirigían al punto de salida de la competición.

Aquí es donde entran en juego la pala, la sonda y el detector de aludes. Los tres juntos suponen una inversión de alrededor de 445 euros, y permiten abordar las tareas de rescate en el menor tiempo posible, facilitando el trabajo de las asistencias médicas.

El detector de aludes ubica, mediante las ondas, a la persona afectada; mientras que las sondas, varas largas y plegables, sirven para pinchar la nieve y encontrar al accidentado y las palas, con planchas de aluminio y mangos extensibles, permiten excavar la nieve y romper bloques para, finalmente, rescatar al individuo.

Un prodigio en ascenso

En la temporada de 2012-2013, con apenas 15 años, Castán participó por primera vez en la mejor competición de Freeride del mundo, el Freeride Junior Tour (FJT), siendo la más joven del circuito, dónde conquistó tres podios de las cuatro carreras disputadas. A partir de aquí, su ascenso fue notorio.

El pasado sábado volvió a subir al podio en Georgia, su circuito favorito, sumando así su segundo triunfo en cuatro carreras, tras un comienzo de campaña atribulado en el que sufrió una caída en el Baqueira Pro, en Lérida.

Seiscientos puntos es lo que necesita para superar a la canadiense Audrey Hebert en la general, dónde marcha quinta, para no quedarse fuera de la marca de corte y lograr clasificarse para la final de Verbier a finales de marzo.